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¿Cuál fue tu mejor experiencia trabajando en RR.HH?

por | 25 / 09 / 20 | Reflexiones

En esta sección, Talento & Empresa consulta a especialistas en RR.HH. para conocer su opinión sobre distintos temas en debate en el área. Responden Graciela Combal, Nora Ferrone, Florencia Luque y Luciano Mangini.

La mejor, la más rica, podría decir que fue y sigue siendo sin dudas “ir al encuentro del otro”.

Cada vez que se da una charla con alguna persona de la compañía, o cuando alguien llega a una entrevista, trae consigo su historia personal, sus valores, su actitud y sus aptitudes.

Entonces, es momento de escuchar, escuchar, escuchar y dejar que el otro se exprese. De acompañar para que despliegue toda su personalidad, ir viendo cuáles son esas cosas que la hacen diferente, única y que ayudarán a transformar su entorno laboral de manera efectiva. Detectar cuáles son esas cualidades que hacen fit con la cultura de la empresa, cuáles son los valores compartidos.

Muchas veces, en esta búsqueda, hay que romper con estereotipos y dar oportunidades aún fuera de los cánones aceptados. De esta manera, nuestro trabajo se puede transformar en el lugar de construcción de un mundo más inclusivo.

Nora Ferrone – Capital Humano (www.noraferronech.com.ar)

Cuando me puse a pensar sobre cuál había sido mi mejor experiencia en RRHH, lo primero que vino a mí fue: el área donde me desempeñé gran parte de mi vida se llamaba Recursos Humanos y hoy se convirtió en Capital Humano. La transformación atravesó la conceptualización del propósito del área: personas como recursos a personas como capital.

A los 19 años ingresé en una empresa del rubro computación, en el área de “Personal”, así se llamaba el sector que se ocupaba de gestionar a las personas en la mayoría de las compañías. Ya estaba estudiando Relaciones del Trabajo en la UBA; me había decidido por una carrera donde pudiera trabajar para las personas, por las personas, en un ámbito tan fundamental como es el trabajo. Luego, pasé por una corta experiencia como pasante en el sector de Capacitación en un privado banco nacional, que se liquidó al poco tiempo, y cuyas sucursales se distribuyeron entre otros bancos privados nacionales. Fue en 1988 que ingresé en otro importante banco privado nacional que, como muchos otros, luego formó parte de una gran corporación internacional. Comencé también en Capacitación, y trabajé allí hasta 2018.

Me resulta bastante difícil elegir una única “mejor” experiencia, porque pasé por muchas disciplinas diferentes, y cada una de ellas me regaló conocimientos, vínculos, vivencias únicas que hicieron que ame mi profesión así como la amo. Para poder cumplir con el objetivo de esta nota, pensé entonces en cuál había sido esa experiencia que marcó un antes y un después en mi carrera. Revisé primero mi historia trabajando en relación de dependencia, durante más de 30 años, como profesional en el área, y pude recrear muy buenos momentos vividos y compartidos con equipos formidables, en disciplinas como capacitación, compensaciones, selección, gestión de personas, desarrollo. Todas tuvieron su encanto, todas tuvieron enormes desafíos, todas me permitieron conocer gente maravillosa, y todas me confirmaron que había acertado al seguir mi vocación: trabajar para la gente, por la gente.

Seguía sin poder elegir una única experiencia, esa es la verdad, entonces seguí buscando en mi memoria y encontré una pequeña señal: algo más vinculado al corazón que a la razón. Y así fue como apareció una imagen, como si estuviera viviendo esa situación en ese momento. Me encontré saliendo de una entrevista con una persona a la que había empezado a guiar en su búsqueda de reinserción laboral, yo ya como profesional independiente. Era la primera entrevista, de la primera persona que había confiado en mí para emprender ese desafío de descubrimiento laboral.

Era el primero de 4 encuentros previstos. Conversamos casi dos horas, me había compartido un resumen de su vida personal, de su historia profesional y se había animado a esbozar qué trabajo, qué actividad soñaba encontrar. Vi que algunas preguntas que le hice, la hicieron pensar mucho, la desafiaron a entrar muy profundo en su ser para descubrir respuestas; no las tenía en ese momento. Dejamos planteada  la  segunda  entrevista  con  algunas  “tareas  para el hogar”, que yo le había encomendado para responder esas y otras preguntas. Nos veríamos una semana después.

Las imágenes me llevan al momento en que, finalizada la sesión, caminaba para volver a casa: ahí recuerdo perfectamente mi sensación, casi única, inédita. Me sentí inmensamente feliz, me decía “esto es lo que amo hacer, quiero más de esto”. Y admito que en ese momento me pregunté: “pero, ¿por qué siento esto? ¿qué diferencia tiene esta entrevista, esta charla, con otras tantas entrevistas y conversaciones del pasado?”. “Es lógico lo que sentís”, contestó mi razón: “comenzaste a construir un nuevo rumbo en tu carrera profesional, la orientación laboral”. Pero a mi corazón, esa respuesta no lo dejó conforme.

 Entonces, en ese momento, me conecté con mi emoción y nuevas imágenes aparecieron: eran los ojos de esa persona, su tono de voz y la forma en que abrió su mente y su corazón para poder poner en palabras lo que buscaba, lo que soñaba, y todo lo bueno que su experiencia profesional le había regalado. Su mirada transmitía esperanza, decía: “voy a lograrlo, voy a poder alcanzar mi sueño”. Me había contagiado tan profundamente que disparó en mí esa enorme alegría, esa sensación de agradecimiento a la vida por permitirme transitar esa maravillosa experiencia.

Sentí, pensé y agradecí estar presente ahí disfrutando ese momento, le agradecí a ella su apertura, su confianza y haberme permitido conectar con sentimientos muy profundos. Recordé, una vez más. uno de los privilegios que me entrega mi profesión: ayudar a las personas a que construyan una mejor realidad laboral.

Cuando tenía 19 años no imaginaba que eso sería posible, y hoy, a los 53, todavía me emociona descubrirlo.

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